Podemos pensar en la bondad como una forma de adaptación a la vida que se centra en generar bienestar al prójimo, por encima del beneficio personal. Coincido con la descripción que hace Rirchard Davidson, especialista en neurociencia afectiva, al decir que la bondad es la base de un cerebro sano e inteligente. Y es que los problemas surgen cuando las personas bondadosas utilizan la lógica de su día a día en situaciones de supervivencia, cuya lógica es muy distinta, siendo hostil y cruel.
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Los cambios hacen peligrar a veces las relaciones ya que la lógica de quienes desarrollan la bondad se focaliza en el bienestar del otro, evitando en muchas ocasiones el conflicto. Por eso hay quienes dejan de pedir lo que desean por no dañar al otro. Aquí aparecen los desequilibrios relacionales. Sin embargo, hay muchas personas anónimas y conocidas, como Frida Kahlo, Víctor Frankl, Lance Armstrong, Nelson Mandela, Hannah Arendt, Alex Zanardi, que han cambiado el curso de las injusticias creyendo en la capacidad de generar nuevas posibilidades y potencialidades, manteniendo la bondad y la resiliencia unidas.
Los seres humanos vivimos valiéndonos de historias y modelos de referencia que nos facilitan entender y pensar sobre distintas cuestiones. Y aunque haya que leer entre líneas, la bondad como valor supremo en la sociedad, disminuiría la indiscriminación, la intolerancia, la falta de empatía, la violencia, la mala distribución de bienes, la exclusión y el desenpoderamiento que muchas personas siguen sufriendo en la humanidad.
No creo en la injusticia, sino en un sistema injusto. Esto no es nuevo porque Aristóteles en su Ética a Nicómaco ya abordaba la injusticia con su teoría de la virtud. Una sociedad injusta no identifica a las víctimas e incluye a los que consienten pasivamente esas injusticias, empezando por el entorno familiar y escolar.
Me gustaría recordar a los lectores que la bondad y la empatía se cultivan. ¿Cómo? Con una actitud empática y generosa. Al aprenderlas de quienes las poseen y hacen uso de ellas, se produce un efecto contagio. Los científicos de hecho las estudian observando cómo los participantes de sus estudios repiten las acciones ante acciones positivas que se dan.
Jamil Zaki, profesor de la universidad de Standford, estudia la bondad y os recomiendo su libro “The War of Kindness” si queréis indagar más sobre el tema.
Aunque a veces te cueste dar prioridad al beneficio de los demás por encima de los propios, recuerda, son muchos los que aprenden de ti y les inspirarás a que den pasos con benevolencia.
Espero que te haya resultado interesante.
Con cariño, Maria Saavedra
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