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Por María Saavedra – Psicóloga especializada en trauma y relaciones

“Un hombre roto te castigará por amarlo. Una mujer rota se castigará por no ser suficiente.”
Dos caras del mismo dolor: el vínculo como campo de batalla interna.

En consulta, lo veo a diario. Personas que se aman y, sin embargo, se hieren. Que se acercan buscando calor y acaban huyendo del incendio emocional. Y aunque el sufrimiento no entiende de géneros, la ciencia —y la experiencia clínica— confirman que sí existen diferencias relevantes en cómo hombres y mujeres reaccionan al trauma cuando aman.

Hoy te lo explico desde la integración más actualizada entre psicología, neurociencia y endocrinología.

1. El amor no es refugio para quien creció entre ruinas

Desde una perspectiva neurobiológica, el amor debería activar seguridad. Pero en un sistema nervioso marcado por el trauma, el amor puede ser percibido como peligro.

¿Por qué? Porque el cuerpo recuerda lo que la mente intenta olvidar.

Y en los hombres traumatizados, esta memoria suele expresarse en forma de frialdad, evitación, irritabilidad o desconexión emocional. Mientras que en las mujeres, se manifiesta como ansiedad relacional, necesidad de fusión, o hipervigilancia afectiva.

2. Neuroendocrinología de la herida

  • Testosterona (predominante en hombres) amplifica respuestas de lucha o huida.
  • Oxitocina y estrógenos (más presentes en mujeres) tienden hacia el vínculo, el cuidado y la regulación a través del otro.

Esto no es solo biología: es historia emocional codificada en hormonas.
Un hombre herido huye o agrede. Una mujer herida intenta salvar o fundirse.
Ambos están intentando sobrevivir. La mujer acudirá a terapia y el hombre se excusará para no ir o dejarla a las dos sesiones.

3. Apego desorganizado: el circuito roto del amor

Los estudios de Allan Schore y Ruth Lanius demuestran que el trauma temprano —el que ocurre cuando aún no teníamos palabras— deja huellas en la estructura misma del cerebro.

En hombres:

  • Hiperactivación de la amígdala (respuesta de alarma).
  • Desconexión de la corteza prefrontal medial (dificultad para regular y reflexionar).

En mujeres:

  • Hiperactivación del sistema de mentalización (sobreanálisis emocional).
  • Dificultad para sostener límites sin culpa.

Resultado clínico:

Ella quiere hablarlo todo para no perderlo.
Él se calla todo para no colapsar.

4. Cuando el amor duele más que la soledad

Muchos hombres rotos confunden el caos con química, porque crecieron con la idea de que amar es sufrir.
Muchas mujeres rotas confunden el abandono con culpa propia, porque aprendieron que si no las aman, es porque fallaron.

El trauma instala un lenguaje afectivo distorsionado:

  • El silencio parece seguridad.
  • El conflicto parece amor.
  • El abandono parece familiar.

Y se repite el ciclo:

Amor que se ofrece.
Miedo que se activa.
Herida que reacciona.
Vínculo que se rompe.

5. El amor no cura si no hay voluntad de sanar

Una verdad incómoda pero urgente de nombrar:
El amor no salva a quien no ha elegido curarse.

Puedes acompañar, sostener, comprender. Pero si la otra persona no se responsabiliza de su herida, te arrastrará con ella.
Un hombre roto te puede castigar por amarlo.
Una mujer rota puede perderse intentando ser amada.

Y ninguno de los dos es culpable de haberse roto.
Pero sí son responsables de decidir si quieren reconstruirse.

No es tu culpa. Es el trauma de cuando era pequeño.

No eres “demasiado” por amar profundamente.
No estás loca por querer cuidar y también poner límites.
No eres débil por sentir que el amor duele cuando alguien no sabe recibirlo.

Estás intentando amar desde la conciencia.
Y eso, en un mundo lleno de personas rotas,
es un acto de coraje radical.

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