Mantén la atención en tu respiración, pudiendo encontrar una postura mucho más cómoda. Permítete leer más despacio. De este modo escucharás mucho mejor a tu voz interior. Desconecta por un momento de los sonidos de tu alrededor. Si vas en el metro, fíjate en la parada por la que vas y juega a sentirte relajada/o a la vez que atiendes al detalle de por dónde vas. Si estás en un ambiente tranquilo, sigue atendiendo a las señales de tu cuerpo para relajarlo cada vez más, a la vez que sigues la lectura.
Vivimos en una sociedad que continuamente nos expone a muchos momentos estresantes. Todos estos agentes nos bombardean desde que salimos por la puerta de casa, y algunos de ellos consiguen colarse y desestabilizarnos, como pudiera ser el tráfico cuando vas con la hora pegada al trabajo, el ruido desagradable del metro llegando al andén, una mancha de café en la camisa recién planchada, el suspenso de un hijo, diez mensajes por whatsapp o la mirada ruda de un desconocido.

Cuando se van acumulando a lo largo del día situaciones de gran esfuerzo o tensión, en nuestro cerebro se activan determinadas zonas y hormonas que terminan estableciendo unos patrones fisiológicos como respuestas a dichas situaciones. Son respuestas adaptativas que nos han salvado durante millones de años de depredadores y climas extremos. Las usamos una y otra vez ya que vivimos en una sociedad experta en generar ansiedad y frustración inventando un futuro ideal e igual para todos, y exigiendo una adaptación al cambio extremadamente rápida. Todo esto lo explico en el libro “El cuerpo Interpersonal”, es una lectura científica que defiende la importancia de incorporar el cuerpo y el contacto no sólo en los procesos terapéuticos, sino educativos.
¿De veras crees que puedes ser feliz sin antes pararte y reflexionar un poco sobre el camino que llevas andado, hacia dónde te quieres dirigir y de qué forma quieres hacerlo? La forma que te ofrece la sociedad para lograr la plenitud es muy general, rápida, con vídeos que impiden el proceso de escuchar tu voz mientras lees, por ejemplo. Está repleta de objetivos placenteros por descubrir y por supuesto ilusorios que te venden un proceso constante que hace que te pierdas en un exceso de información poco ordenada y simplificada. Socialmente le llaman “Éxito” y para conseguirlo, eres tú quien ha de encajar “a la fuerza” en las modas, en las formas de expresarnos por las redes sociales, ahora con asteriscos, en fin, una odisea. ¿Y a costa de qué? De vivir con prisas, dando vital importancia al aspecto personal, al perfil virtual, dejando de lado la salud, abriéndote un abanico inmenso de posibilidades perfectas que deshonran muchas veces los propios valores o que te alejan de tus verdaderos pilares y prioridades.
Nos pasamos la vida creyendo que somos nosotros los que decidimos cada elección importante que acontece en la vida y. sin embargo, es tu cerebro el que decide por ti, eso sí, siendo muy fiel y coherente a los mensajes que le mandas cada décima de segundo (miles de ellos procesados en forma de creencias y anclados a impactos negativos del pasado).
Por poner un ejemplo, empiezas la jornada diaria sin saber cómo funciona tu cuerpo, impulsado por el sonido del despertador y el tiempo justo que tienes para prepararte y organizar tu espacio de trabajo sin que se cuelen ruidos del salón en la reunión virtual de las 9 a.m. Café, cigarro y muñeco de barro. Si tienes suerte de vivir cerca del trabajo o de tele trabajar, cuando llegas a tu escritorio y revisas la agenda del día y los correos, a veces sin saber muy bien por dónde empezar, va pasando el día haciendo un poco de todo sin parar y muchas veces, trabajando de más. Si no trabajas, te pasas en día pensando en cómo rellenar el día. Terminas a las tantas, cansado y con ganas de, o bien desconectar de un día duro, o de volver después de cenar para seguir haciendo cosas pendientes. Apenas encuentras momentos para reflexionar sobre lo que has hecho y cómo, sobre las cosas que te han gustado o no del día, sobre tus seres queridos y cuánto has vivido valorando lo importante para ti. Hay quienes van anulando sus deseos vitales dejándose llevar por las peticiones de hijos, pareja, padres. Hay quienes se acostumbran y le cogen el gustito el desconectarse de lo interno porque les aporta fuerza y poder. Lo que está claro de todo esto, hagas lo que hagas, es que tu cuerpo siempre te acompaña y las personas que te quieren o cuidan, también. Así que o te llevas bien con tu cuerpo o comenzará a ponértelo difícil en el momento más imprevisto. Y si no disfrutas de un momento agradable con los tuyos o les aportas algo valioso, por pequeño que sea, algo se habrá escapado ese día.
Otro de los objetivos clave de este libro es aprender a entender los mensajes que te envía este fiel acompañante, TU CUERPO, desarrollando la sensibilidad para escucharle, potenciando los sentidos que con tanta maestría nos ayudan a disfrutar de cada pequeño momento acercándonos al momento presente y aumentando el grado de sensibilidad hacia las cosas y personas que te rodean, dándote cuenta de cómo reaccionas cuando algo no te gusta o te duele. Te animo a experimentar el Bodykami.

Si usase la metáfora del reloj, tu cuerpo sería un Chopard 201-Caratse, uno de los relojes más caros del mundo. Se autorregula con una precisión milimétrica, y más que un reloj se trata de una auténtica joya, una pieza única de más de 100 quilates repletos de hormonas, y su valor ronda los 25 millones de dólares…No tiene huecos, y si los hubiera él mismo los rellenaría de células adiposas. Es nuestro instrumento para interaccionar con el mundo y busca una constancia permanente a un ritmo preciso.
Este reloj milimétrico, preciso y valioso, viene determinado por cómo nuestro cerebro funciona e influye en todas nuestras funciones fisiológicas. Es decir, tu cerebro ve el mundo según le has ido acostumbrando, y si por ejemplo tuvieses miedo a las alturas, una parte de tu mente estará en alerta constante con respecto a este estímulo, de modo que cuando tu sistema ocular detecta una posible pendiente, ya sea por el ángulo que acoge tu tobillo con respecto al suelo, o por simple perspectiva, saltará en milésimas de segundo tu securitas direct interno avisándote del peligro que suponen para ti las alturas. Tu cerebro automáticamente buscará una solución (porque eres MUY PROACTIVO) que genere menor gasto de energía, para neutralizar el peligro y apagar así la alarma. -¿Cómo lo hace?- activando determinados órganos internos, vísceras, fascias y músculos para reaccionar ante esta situación ambiental percibida como “potencialmente peligrosa”. Esta primera alarma queda grabada en el disco duro del cerebro y cada vez que tu sistema ocular detecta cierta altura, activará con la rapidez de la luz tu respiración, tu presión sanguínea para bombear el oxígeno que tus pulmones y diafragma recogen desesperadamente aumentando el número de respiraciones por minuto. Tu cuerpo y cerebro en ese momento están programados únicamente para que sobrevivas a ese peligro. De modo que el objetivo es conseguir más oxígeno para impulsarlo con fuerza al torrente sanguíneo. La presión de la sangre aumenta, para llegar a las zonas más periféricas de tu cuerpo, en este caso las piernas, para que puedas echar patas a la de ya. Si alguna vez has sufrido vértigo, no se si recordarás cómo te sudaban las manos, cómo aumentó la atención ante el menor detalle con una sensación interna de impaciencia descomunal, de paralización general y encima sintiendo tu cabeza a punto de estallar con pensamientos negativos y de miedo.
Cuantos más miedos y limitaciones tengamos, más alarmas desencadenaremos y más huellas negativas desarrollaremos a nivel cerebral. Con el tiempo, los órganos que más mensajes negativos han recibido, sobrecargados, comenzarán a funcionar con menos eficacia. Dicho de otra manera, los mensajeros químicos de tu organismo se insensibilizan perdiendo la agudeza y eficacia de enviar los mensajes correspondientes a cada órgano vital y víscera, con lo cual, comienza a aparecer cierto caos en la gestión y comunicación interna de tu templo.
¿Pero por qué un parte de nuestro cuerpo deja de funcionar correctamente? Son los mensajeros que llevan la información a nuestros órganos vitales los que empiezan a “hacerse insensibles” a los mensajes químicos como he comentado antes, dejando de percibir, inhibiendo información relevante o respondiendo a información irrelevante. De esta mensajería interna no nos percatamos, ya que tu cuerpo sigue buscando la estabilidad y sincronía interior en tu relación con los demás y con el mundo, así que si no funciona bien un órgano o deja de responder adecuadamente porque la información no le llega o la filtra distorsionada, utilizarás otra parte que sustituya las funciones de aquel órgano para mantener un nivel homeostático y alostático óptimo. Es decir, tu cuerpo busca sobrevivir sea como sea. Lo que sucede es que este ritmo no puede sostenerse por mucho tiempo, y si al pisar mal, tu columna y rodillas poco a poco van resintiéndose, este déficit comunicativo irá desestabilizando otras vías, hasta formar una sintomatología o molestias, motivo por el que te percatas de que algo no va bien y es cuando decides visitar al profesional sanitario, porque el cerebro, es un músculo que a veces se lesiona.
No pretendo dar una clase de fisiología, primero porque no soy experta en la materia. Lo que sí puedo recomendarte es que si logras eliminar ciertas percepciones erróneas, si consigues desarrollar sensibilidad hacia tu cuerpo y tu entorno, si reordenas tu sistema familiar, identificas creencias desestabilizadoras y equilibras tus niveles de dar y recibir, desde un punto de vista macro o externo, estarás reduciendo factores de riesgo para padecer un malestar futuro. Si sustituyes los mensajes que forjaste en su momento con fuego por otros más saludables, habrás ganado sin duda, calidad de vida.
Existen hábitos y fórmulas magistrales que ayudan a mantener un funcionamiento óptimo cerebral. Si desde pequeños nos enseñaran con conciencia acerca de las cosas que realmente importan, a dirigirnos hacia lo que nos gusta y lo que requiere tiempo o complejidad, para después terminar realizando lo fácil y rápido… si nos abrieran camino sin juzgarnos hacia lo que nos motiva desde pequeños, ya sean los perros, la música, los números, la danza, pintar, el deporte y lo reforzaran dándonos la libertad de potenciarlo, estarían ayudándonos a tejer esa «fuerza de voluntad” que a día de hoy por el sistema por el que nos regimos, se está perdiendo. Y no sólo se está perdiendo tolerancia a la frustración, sino tacto y contacto social. El contacto, la Inteligencia Social y Colectiva se vuelven áreas imprescindibles para la educación. De ahí nace el material corporal y sensorial llamado “cuerpo interpersonal o Kami”, para integrarlos en las aulas y los hogares (para más información, visita www.sociomotriz.com).
Otro error común de conciencia es la tendencia que tenemos de hacer primero lo que nos imponen, antes que lo que QUIERES o sientes/piensas que es importante para ti. ¡Si haces lo importante primero, no tendrás cosas urgentes que hacer después!. De esta forma no necesitaríamos un curso de gestión del tiempo, porque viviríamos más presentes. Tan sólo si nos enseñaran a reflexionar y a tener conciencia de nuestro cuerpo y a entender un poco más el mundo interior para salir al mundo exterior con seguridad y ganas de explorarlo ¡el estado reduciría gastos sanitarios considerablemente!.
Si has interiorizado adecuadamente los aprendizajes vitales que fortalecen lo interno, con cierta probabilidad elegirás aprender aquello que tanto te gusta, queriendo aprender de las personas que aparecen en tu vida que te aportan y de cada situación, viviendo sin miedos, sin envidias y sin manipulaciones. Serás tú mismo/a desde tu mejor versión, sin limitaciones y por tanto con posibilidad de abrir oportunidades a los tuyos, para vivir desde un “somos”. Si de lo contrario tu mente sigue temiendo cometer errores, o cree que le falta algo para dar el paso, ya sea económico o vincular, buscarás en los demás aquello que crees no tener. Y será tan especial para ti poder estar tan cerca de esa persona o situación, que tu atención se distorsionará perdiendo objetividad y capacidad de dar real. Tu atención se enfocará en eso que tanto quieres, perdiendo el sentido de la globalidad, de otros detalles que te aporta no sólo el otro sino el momento presente. Dejarás de ser generoso en ese área y perderás la visión divina que cada persona tiene y por supuesto, la tuya.
Si quieres continuar la lectura, accede al siguiente artículo: «Eres una persona Completa» del blog, «La Habitación Propia».