A medida que van saliendo más estudios sobre la felicidad entorno al cerebro, el cuerpo, la economía, olvidamos el problema filosófico que se plantea.
La felicidad ha sido la tendencia desde los 90 para maximizar la productividad diaria, en una sociedad cansada, como muy bien explica Byung-Chul Han, o como yo lo veo, en una sociedad hiperactiva. Ahora la felicidad es riqueza y el yo se cuantifica con este dato, que a mayor sea éste, también mayor bienestar mental se tiene.
Combatir el estrés que genera maximizar el yo, aprovechando al máximo la vida y aplicando el concepto de felicidad a todos los ámbitos de la vida, no deja de ser un boom de interés pasajero. ¿Sabías que la infelicidad de los empleados de una multinacional reduce la ganancia positiva de la empresa e incrementa el gasto de asistencia sanitaria a los estados?
En 2014, British Airways intentó crear «la manta de la felicidad» para la satisfacción de los pasajeros. ¿Cómo hicieron estas pruebas? A medida que el pasajero se relajaba, la manta pasaba del color rojo al azul..para saber quienes estaban a gusto, bien atendidos. Intentar cuantificar los sentimientos y NUESTRA VALENCIA EMOCIONAL está siendo el siguiente paso a través de las IA.
No somos cálculos personales ni datos. La felicidad es un concepto muy íntimo y diverso, y no puede generalizarse un mismo camino para todo un planeta, porque lo único que esto consigue es un proceso evitativo del dolor y el sufrimiento, donde las personas se comportan como si no tuvieran problemas.
La vida no es chupi ni descafeinada; tiene trincheras y el dolor, es inherente a la vida. Y esta base diaria de tener que estar, te aleja del derecho que tienes de estar mal y de compartirlo si te da la gana. ¡Hay tanto miedo a sufrir! que las implicaciones del ritmo de vida y de cómo te relacionas contigo/a mismo, ya de por sí pueden llevar el título de » La Secuela», como diría Woody Allen.
No te automanipules para ser guay, una persona genial o ese yo ideal que tanto te gusta. Comparte tu realidad verdadera con personas que en un equilibrio de dar y recibir, sepan sostener lo que necesitas que sea escuchado, visto y comprendido, y empieza por ahí… dando un paso sencillo. Todo lo demás irá surgiendo en el proceso de volver a ser tú, sin miedo a ser dañado, sin miedo a la soledad, sin miedo al rechazo o al abandono.
Espero que te haya, al menos, inspirado a reflexionar hoy. Puedes seguirme en @mariasaavedra_psicologa.